La pérdida de un diente genera alteraciones en la boca que serán mayores cuanto mayor sea el número de piezas perdidas y el tiempo transcurrido hasta su reposición. En ausencia del diente, los alimentos dañarán la encía libre durante la ingesta dificultando la masticación y produciendo irritaciones. Seguidamente, los dientes adyacentes y opuestos intentarán ocupar el espacio vacío y se irán inclinando poco a poco hasta encontrar el contacto perdido, eso hará que los puntos interdentales se abran, dificultando la higiene y facilitando la retención de alimentos entre los dientes, lo que incrementará la aparición de caries y la formación de sarro. Además, el alimento empaquetado también favorecerá la aparición de la enfermedad periodontal y con el tiempo, como el diente contrario tratará de encontrar a su opuesto, éste irá perdiendo anclaje poco a poco, habrá movilidad e, incluso, podrá perderse. Finalmente, el cambio de posición de los dientes hará que éstos se articulen incorrectamente apareciendo contactos indebidos y sobrecargas que producirán desgastes y dolor.
Branemark: el `padre´ de los implantes dentales
“Nadie debería morir con los dientes en un vaso de agua”. Esta frase de Per-Ingvar Branemark resume su filosofía y su importante contribución a la ciencia, a la historia de la odontología y de la humanidad, en general. Y es que son muchos los que le deben, al menos un recuerdo, a quien hizo posible que hoy cuenten con todas las piezas dentales gracias a los implantes. [Read more…]