Si echamos la vista atrás veremos cómo en pocas décadas la odontología, como muchas otras ciencias, ha evolucionado hasta situaciones impensables a principios del siglo XIX. Apenas tenemos que remontarnos a 1982 cuando Per-Ingvar Brånemark presentó su descubrimiento de aplicación de la osteointegración, o la fusión biológica del hueso a un material extraño, la base de la implantología moderna.