Ya lo dice el dicho popular: ni se regalan duros a cuatro pesetas y cuidado con lo barato, que, al final, puede salir caro. Son afirmaciones que podríamos trasladar al plano de la odontología y, más concretamente, al del proceso de blanqueamiento dental, un recurso común para muchos como parte de su estética dental.
Porque no es lo mismo una oferta especial, habitualmente con una determinada temporalidad, que ofrecer de manera constante unos servicios a precios reducidos de forma sobresaliente que, además, prometen resultados asombrosos en un corto periodo de tiempo. Precaución.
Algunos colectivos profesionales como el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la Primera Región han puesto en tela de juicio algunos de estos procedimientos blanqueadores, ya que detrás de ellos pueden esconderse métodos demasiado agresivos y con pocas sesiones que pueden no ser muy adecuados para nuestra salud bucodental.
Mucho más allá del tipo de productos que se utilicen y de las técnicas empleadas, en un procedimiento de blanqueamiento dental siempre se ha de garantizar la conservación, en plenitud, de las características de las piezas dentales. Si se usan otros distintos o en cantidades inadecuadas, tened en cuenta que pueden ocasionarnos efectos secundarios, entre ellos la pérdida de sensibilidad dental o problemas en las encías.
Mejor con un diagnóstico
Hoy en día, resulta sencillo acceder en cualquier comercio a productos que se venden como blanqueadores; sin que sea necesaria una prescripción profesional. Pueden erigirse como una solución para lo buscado, pero, desde luego, no es lo más recomendable, ya que es el propio paciente el que recurre a ellos sin consulta alguna.
Con un diagnóstico profesional, sin embargo, nos aseguramos minimizar los riesgos y, probablemente, aumentar la eficacia. Lo recomendable sería que el odontólogo realizara ese diagnóstico previo sobre el posible blanqueamiento, ya que no todos los dientes presentan las mismas características.
Un proceso de blanqueamiento viciado puede derivar en efectos secundarios, como cambios en la rugosidad de la superficie del diente, o incluso de su propia estructura; afección de los nervios dentales; ingestiones accidentales del producto; lesiones en las encías; modificaciones en la sensibilidad de los mismos…
Además, hay que tomar en consideración el hecho de que ningún producto utilizado en los blanqueamientos es inocuo, por lo que se recomienda que su uso o aplicación siempre quede refrendado por un profesional. Los productos blanqueadores contienen peróxido de hidrógeno o peróxido de carbamida.
No hace falta recordar que la mejor forma de procurarnos un blanco natural en nuestra boca es cumplir con su cuidado diario, cepillarse los dientes, usar hilo dental y otros elementos de la salud bucodental. Y que no se nos olviden las revisiones con nuestro dentista de confianza.
En la Clínica Arancha Otero, somos expertos en tratamientos de salud dental. Para más información no dude en acudir a nuestra clínica.