¿Por qué nos ponemos piercings en nuestro cuerpo? ¿Por qué lo hacemos si sabemos que no es una práctica muy beneficiosa para la salud? Es algo que el ser humano lleva haciendo desde hace milenios. No creamos que el piercing es cosa de hace tres días. Tampoco es nuevo el motivo: suele ser la estética o la intención de comunicar algún significado lo que lleva a su colocación.
Los piercings se pueden colocar en muchas partes del cuerpo, pero en este post nos vamos a centrar en los piercings orales, es decir, los que se colocan en la boca o en sus zonas cercanas, ya que nuestra intención es analizar su incidencia en la salud bucodental y cómo puede afectar a dientes y encías, entre otros.
Lengua, labios, mejillas, los propios dientes… Las posibilidades para colocar el piercing son múltiples. Pero en todas ellas debemos de saber que se trata de un elemento que nuestro cuerpo reconoce como extraño, como anti natural, por lo que tiende a rechazarlo.
Por esto, a lo largo de estas líneas enumeramos algunas de las consecuencias que puede acarrear un piercing oral. Ni todas aparecen de manera obligatoria ni surgen todas a la vez; pero sí existe la posibilidad. A la sazón:
– Con la colocación del piercing se procede a realizar una perforación que puede ser un caldo de cultivo para una infección. De hecho, es algo habitual cuando se hace por primera vez. En caso de que suceda, hay que evitar que se extienda a otras zonas.
– Puede provocar sangrado.
– Es habitual la inflamación de la zona donde se coloca, generando dolor.
– El piercing es un refugio para la placa bacteriana y sarro, que pueden extenderse a otras puntos de la boca; de ahí que sea necesaria extremar la higiene.
– No es extraño que se puede producir la rotura de algún diente como consecuencia del piercing, ya sea al comer, jugando con él dentro de la boca… Y más teniendo en cuenta que en muchas de las ocasiones la pieza es de metal.
– Daña el esmalte, las encías y los empastes.
– No es habitual, pero el sentido del gusto puede verse alterado. Sobre todo si en la perforación inicial se toca un nervio…
– A veces es molesto para masticar.
– Puede alterar el habla, ya que, al fin y al cabo, se trata de un elemento no natural colocado en la boca.
– Su presencia puede hacernos salivar de forma excesiva.
– El acúmulo de bacterias en torno al piercing genera halitosis, es decir, mal aliento, ya que quizás no nos permite realizar una higiene dental completa.
– Siempre existe el riesgo de tragarse el piercing. Cualquier golpe, accidente, practicando deporte… Precaución, por favor.
– Pueden surgir úlceras y alergias.
– No sería la primera vez si un piercing provoca cierta deformación en la lengua, en aquellos casos donde ahí se coloca.
Por todo eso, y alguna cosa más, desde la Clínica dental Arancha Otero recomendamos no colocar un piercing oral, y consultar a tu dentista de confianza en caso de que percibas que ya te ha provocado algún problema de salud bucodental. Sé estricto con la higiene dental, sobre todo en torno a esa pieza, utilizando un enjuague después de cada comida.
Fotografía: www.freeimages.com
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