¿Playa? ¿Piscina? ¿O incluso pantano y río? Es probable que muchos de vosotros disfrutéis de estos refrescantes placeres durante los meses de verano, en aras de granjearos momentos de relax, desconexión, recarga de energías y, también, y aunque probablemente sea en lo que menos pensamos, para incrementar las cantidades de vitamina D en nuestro organismo, fundamental para la fortaleza de los huesos y, por extensión, de los dientes.
La exposición al sol es esencial para que nuestro cuerpo pueda generar en cantidades suficientes esa vitamina D. Los especialistas avisan: no contar en el organismo con su presencia en los valores recomendados puede ser el germen en el futuro de enfermedades como la esclerosis múltiple, tensión alta o incluso cáncer.
Protege tu boca del sol
Aunque nada malo tiene disfrutar de una buena sesión relajante bajo el sol, sí hay que tener en cuenta que excederse o hacerlo sin tomar una serie de medidas puede acabar resultando nocivo.
Nuestra cultura sanitaria ya nos advierte que pasar demasiado tiempo bajo los rayos del sol daña nuestra piel, e incluso nuestra boca. No es extraño que se produzcan abundantes quemaduras en los labios durante los meses más calurosos, por lo que recurrir a un protector labial es una buena idea si vamos a pasar bastante tiempo bajo el sol.
Si ya no hay remedio y te has quemado la piel, nunca recurras a ese falso mito que recomienda aplicar pasta de dientes o, sencillamente, dejarla secar al sol. La llamada Sociedad Española de Heridas (SEHER) asegura que esas malas praxis generan, en el peor de los casos, infecciones, que resultan más complejas de curar y que, incluso, pueden derivar en otras patologías más graves. Simplemente, usemos la lógica al tomar el sol, por favor.
¿Y cómo nos protegemos del sol?
La incidencia del sol no sólo la debemos considerar en la playa o la piscina. El respeto no hay que perderlo en ningún momento ni en ningún lugar, por muy lejos que se encuentre la costa. El astro rey no deja de emitir radiaciones ultravioletas; en verano, en invierno y haga un sol de justicia o esté nublado. Sólo tenemos que adaptarnos a las condiciones de cada momento y de cada lugar.
He aquí algunos consejos a la hora de tomar el sol:
– Hay que evitar las horas centrales del día; o al menos tomar mayores precauciones. Bebiendo líquido abundante evitaremos una posible deshidratación.
-La exposición al sol debe de quedar al margen de bebés y niños muy pequeños. Los protectores solares se utilizan a partir de los seis meses, según las recomendaciones profesionales.
-La crema solar es fundamental; pero no cualquiera. Hay que utilizar la adecuada para las características personales de la piel de cada una. Es recomendable aplicarla cada dos horas y sin escatimar. Si la piel es mate, el factor estará, normalmente, entre 15-20 de protección; para las sensibles, entre 30-60.
–Gafas de sol, gorro y las cremas antioxidantes para después del baño son altamente útiles y efectivos. La prevención por encima de todo.
¡Disfruta del verano!