Los mitos que rodean al dentista, a su actividad y a la salud bucodental en general se pueden contar por, precisamente, incontables. Aun así, seguro que la mayoría de nosotros puede identificar algunos como altamente frecuentes en nuestra vida que, sin embargo, se van quedando poco a poco atrás una vez que la transparencia y la información es mayor en este sector. Podemos citar algunos de ellos:
– Visita al dentista, dolor seguro. No ha de ser así, ni mucho menos, puesto que el fin último de cualquier profesional de la odontología es, precisamente, acabar con cualquier problema dental que puede causar dolor o, directamente, intentar que no aparezca. El progreso tecnológico presente desde hace tiempo en las clínicas dentales y las eficaces anestesias pueden hacer una experiencia agradable la visita al profesional.
– El blanqueamiento y la limpieza dental dañan los dientes. No es cierto. En el proceso de blanqueamiento no se daña el esmalte dental, sino que su porosidad permite penetrar en las piezas dentales, mientras que en la limpieza se remueve la placa acumulada.
– ¿Para qué cuidar los dientes de leche? Se trata de un error frecuente, puesto que la salud de las piezas definitivas dependerá, en buena medida de cómo hayamos cuidado antes esos dientes de leche.
– ¿Para qué ir al dentista si no me duele nada?. La prevención es la madre de la buena salud. Y cuando los especialistas, también los dentistas, insisten en la necesidad de prevenir y de realizar, con cierta cadencia, las revisiones que se recomiendan, por algo será. Detectar a tiempo cualquier patología es garantía de salud, mientras que tratarlo sólo cuando se hace visible o sensible puede provocar que ya no tengo remedio, total o parcial.
– Lo mejor, los remedios caseros. Puede que nuestros abuelos y otros antepasados utilizaran algunas técnicas distintas para cuidar su salud bucodental, lo que no significa que no fueran eficaces. Pero sí es cierto que en la actualidad existen otras estudiadas e investigadas con una salubridad infinitamente mayor. Por eso, es preferible no inventar ni improvisar con la salud de nuestra boca.
– Ante un embarazo, mala salud dental. Encontrarse en estado no es sinónimo de peligro para la dentadura, pero sí es cierto que se incrementa la posibilidad del sangrado de las encías y se altera la composición de la saliva, pudiendo contener más bacterias de lo habitual, por lo que hay que tener especial cuidado con la higiene bucal.
– Mejor no lavarse los dientes si me sangran las encías. Todo lo contrario: si no lo hacemos es probable que sangren más. De hecho, puede ser síntoma de gingivitis o periodontitis, por lo que deberíamos visitar al especialista, aunque sin dejar de lado el cepillado.
– El chicle siempre es malo. Tradicionalmente enemigos de la salud bucodental, el chicle, siempre sin azúcar, puede contribuir a mantener sana la boca, ya que arrastra restos de comida entre los dientes y ayuda a salivar, lo que nos protege, en cierta forma, contra posibles caries.
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