Conseguir un blanqueamiento fiable, seguro y eficaz es, sin duda, lo que se busca cuando nos animamos a hacernos algún tratamiento que nos ayude a presumir de unos dientes perfectos.
Hay ciertos hábitos que podemos cambiar en nuestro día a día y algunas recomendaciones básicas que debemos tener en cuenta, como cepillarnos los dientes después de cada comida, utilizar seda dental, evitar las bebidas que puedan teñir nuestros dientes (café, té) y el tabaco…
Pero ¿en qué consiste un blanqueamiento perfecto?
- El dentista será quien mejor pueda asesorarnos sobre lo que necesitamos.
- Para que el blanqueamiento sea efectivo, la boca ha de estar completamente sana. El procedimiento correcto exige una evaluación de indicaciones y contraindicaciones.
- La técnica del blanqueamiento ha de ser personalizada y adaptada a cada caso variando las concentraciones de producto y de los tiempos de aplicación para conseguir unos resultados óptimos.
- El tono de blanco ha de ser natural. La obsesión por el blanco se conoce como ‘blancorexia’ y consiste en alcanzar un tono de diente demasiado blanco, lo que puede traer consigo una serie de problemas en la salud dental.
- El blanqueamiento es una técnica estética y en ningún caso sustituye a una limpieza. La limpieza elimina bacterias, refuerza el esmalte y protege a los dientes.
- Lo más habitual es utilizar una técnica mixta, que combina algunas sesiones en clínica, en las que se utiliza peróxido de hidrógeno en alta concentración y la aplicación de luz fría que activa el producto y el blanqueamiento ambulatorio en casa durante 15 días en la que se aplicará peróxido de carbamida durante dos horas al día, con una férula de nuestra boca hecha a medida.
- No debe ser doloroso, pero sí que da sensibilidad al diente, una sensación que va desapareciendo en las 72 horas posteriores al tratamiento.
- En los días posteriores al tratamiento se recomienda dieta blanda y reducir el consumo de tabaco así como una evaluación del tratamiento entre las 24 y 72 horas posteriores.
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