Las modas también han llegado a la odontología. ¿Quién no quiere tener una sonrisa blanca y perfecta? Los «famosos» siempre lucen unas sonrisas fantásticas, blancas y perfectamente alineadas. Al igual que con la moda, sus bocas se han vuelto también un modelo a seguir. Cuidar de la salud bucodental siempre es positivo, pero aspirar a estas sonrisas, muchas veces retocadas con photoshop en las revistas, puede llevarnos a obsesionarnos con un blanco que no existe. Las consecuencias pueden ser desastrosas. Tal es el nivel de obsesión, que ya se cataloga como enfermedad, la blancorexia.
En la actualidad las campañas publicitarias una dentadura con los dientes extremadamente blancos es símbolo de belleza y salud, pero, ¿es cierto? No del todo.
Una obsesión peligrosa
La tonalidad natural de los dientes no es ese blanco nuclear que aparece en las fotos de las revistas. Ni si quiera al nacer el color de los dientes de leche es blanco puro. Además, como con la piel, cada persona tiene una tonalidad dental distinta. A medida que pasa el tiempo el color se desgasta, y si además se tienen malos hábitos alimenticios, de higiene dental o se es fumador, los efectos sobre el color se aceleran.
Las continuas alusiones publicitarias a unos dientes extremadamente blancos han propiciado que muchas personas se obsesionen con ello. La obsesión hace que se sometan a múltiples tratamientos dentales, tanto caseros como profesionales, para intentar llegar a ese color tan blanco. Esta obsesión se conoce en la actualidad como blancorexia, una enfermedad que acaba deteriorando muchísimo la salud dental de quienes la sufren.
Blanqueamiento dental, mejor supervisado por profesionales
Un blanqueamiento dental es un tratamiento que siempre debe de estar controlado por un profesional. Se consigue mediante el peróxido de hidrógeno, un material muy corrosivo si no se controlan las cantidades, por eso se requieren expertos para realizarlo. Las personas que se someten a muchos blanqueamientos sin control alguno acaban por destruirse el esmalte dental, y aunque piensen que unos dientes muy muy blancos es saludable, no es para nada así.
Si se destruye el esmalte dental se deja expuesta la dentina, la parte interior del diente, donde en su interior se encuentran los nervios y vasos sanguíneos del diente. El esmalte protege la pulpa dental del ataque de bacterias y demás microorganismos. Si esa capa se erosiona y se pierde, además de una sensibilidad dental terrible, se desarrollarán caries. En los casos graves en los que las bacterias lleguen al interior, es muy probable llegar a perder el diente.
Dado la agresividad de los productos de blanqueamiento dental, si se utilizan demasiadas veces los daños traspasan los dientes y llegan a las encías. En resumen, la blancorexia acaba por destruir los dientes y las encías de forma muy peligrosa.
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