Por todos es sabido que los dentistas somos una de las «especies» sanitarias que más miedo y fobias genera. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, ya que la mayoría de los tratamientos son mínimamente invasivos y se realizan bajo anestesia prácticamente imperceptible.
Por otro lado, la tecnología a avanzado tanto, que podemos obtener mucha información de nuestros dientes y encías sin siquiera enseñar en interior de nuestra boca.
Solemos convencernos de que los tratamientos son elevados y siempre pueden esperar a un mejor momento y tendemos a retrasarlos, sin darnos cuenta de que éstos son más sencillos y exitosos en las fases iniciales y que cuanto más se retrasan más avanza la enfermedad; por tanto, más complejo será el tratamiento y mayores consecuencias tendrá para nuestra salud y… nuestro bolsillo.
Por otro lado, nos sugestionamos con la idea del dolor que vamos a sufrir y entramos en pánico cuando llega el momento de la anestesia, sin pararnos a pensar que los avances tecnológicos han conseguido que, actualmente, la mayor de las técnicas aplicadas sean indoloras.
Cierto es que antiguamente no era así y el hecho de compartir y poner en común esas malas experiencias fue provocando que se alimentara esa tensión. Si a eso le añadimos otra suma de factores como el sonido característico de los motores de los aparatos durante las intervenciones, el inconfundible olor de las clínicas, las batas blancas y los sillones que, aunque favorecen una postura muy cómoda imponen cierto respeto…vamos! el miedo al dentista ya es inevitable.
Compártenos tus inquietudes, qué te da miedo o te incomoda de tus visitas al odontólogo y, si está en nuestra mano, haremos por ayudarte a superarlo.
Nuestro propósito es hacer de tu próxima visita, una grata experiencia.
Deja un comentario